Uno de los temas que ocupa a varias industrias y trabajadores es la automatización de puestos de trabajo. Hay múltiples visiones, una es del economista de la Universidad de Harvard y editor de la Revista Fortune, Geoff Colvin, autor del best seller del New York Time “Human are underrated” (Los humanos están subestimados), donde expone que una de las preguntas que más obsesiona a la sociedad actual es cómo, en el contexto de la automatización, se logra dar valor agregado al trabajo humano. En sus propias palabras: “las respuestas se han buscado de manera incorrecta considerando lo que las máquinas no pueden hacer”.
Una mejor estrategia es preguntar, “¿Cuáles son las actividades que los humanos, impulsados por su naturaleza o la realidad de la vida cotidiana, insistirán en que otros humanos realicen?”.
Su posición como editor le ha permitido entablar relaciones con líderes del mundo empresarial, y con ello adquirir un conocimiento de primera fuente en torno a los retos que está enfrentando la industria ante la incorporación de nuevas tecnologías de la 4ta revolución industrial. Su visión es más bien optimista, señala además que el miedo al desempleo tecnológico es tan antiguo como la tecnología y que siempre ha sido infundado, porque con el tiempo y en todas las economías, la tecnología ha multiplicado los empleos y elevado los niveles de vida.
¿Y qué se puede esperar? Que será una adopción tecnológica muy rápida, porque las compañías compiten y saben que incorporar tecnologías tiene ventajas. El cambio puede ser rápido, incluso, y lo más probable es que sea muy difícil para las personas, pero estas deberían adaptarse, y las empresas entregarles nuevas habilidades.
Con los avances tecnológicos los autos y camiones no requerirán conducción humana y la tecnología eliminará las ocupaciones de las personas. No hoy, pero en algún momento, muchos de esos trabajos podrían desaparecer en cinco años y la mayor parte en diez años.
La mayoría de los países no están preparados para este cambio en el mercado laboral, y esto podría generar grandes problemas sociales. La gente necesitaría nueva educación, entrenamiento y, en algunos casos, las personas deberán ser apoyadas, porque si alguien pierde su trabajo por la tecnología a los 55 años, va a ser difícil que aprenda una nueva habilidad para un nuevo trabajo.